Para vivir no
quiero
Islas, palacios,
torres.
¡Qué alegría más
alta:
vivir en los
pronombres!
Quítate ya los
trajes,
las señas, los
retratos;
yo no te quiero
así,
disfrazada de
otra,
hija siempre de
algo.
Te quiero pura,
libre,
Irreductible:
tú.
Sé que cuando te
llame
entre todas las
gentes
del mundo,
sólo tú serás
tú.
Y cuando me
preguntes
quién es el que
te llama,
el que te quiere
suya,
enterraré los
nombres,
los rótulos, la
historia.
Iré rompiendo
todo
lo que encima me
echaron
desde antes de
nacer.
Y vuelto ya al
anónimo
eterno del
desnudo,
de la piedra,
del mundo,
te diré:
«Yo te quiero,
soy yo».
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